domingo, 14 de septiembre de 2008

Sin vos

Cae sobre la noche una manta de estrellas, como luciérnagas que cuelgan del cielo abrigándonos. Estás a mi lado, perdida en tus pensamientos, viendo como las olas llegan a la arena, dejan restos de espuma y se van. Tu voz es suave y disipada, me hablas de cosas que no me interesan, sin embargo, me encanta escuchar. Miro a la luna, ella me mira triste, como siempre, triste y brillante con una sonrisa decaída que emite ensoñación. Bebes un trago, yo bebo otro. Los coches pasan cerca nuestro alumbrando la noche. La noche avanza, trae vientos frescos, secretos de otros tiempos, tu eterna mirada y mi felicidad. Te comento que sé que no eres mía, tú lo niegas, pero ya lo sabes. Con mis gestos sabes que soy tuyo, que cualquier cosa que digas para mí estará bien, que si te vas yo volveré al vacío, ese vacío del cual soy preso y que tanto odio y tanto necesito. Nos sentamos en el pasto, cerca de las rocas, nos quedamos unos segundos escuchando el romper de las olas en las mismas. Sé que no eres mía. Te ríes de las bobadas que digo. Es saludable decir bobadas, aferrarse a la ironía e ir en contra de la ortodoxia. En el mar se reflejan las luces de la ciudad. Tantas ciudades… tantas luces… tanto odio… tanta hipocresía… Tu piel es dúctil, tus manos bailan con mis dedos, bailan al compás de nuestro amor. Odiamos al mundo, a su gente, sus movimientos y los golpes que nos da. Nos bañamos en nuestra miseria, somos adictos a ella, sin ella no habría belleza. Ella es el pincel de nuestros cuadros, el lápiz de nuestro poema, la guitarra de nuestra canción. Bebemos y nos besamos. En tus labios está el vino, la sangre de mi corazón. La gente pasa inmersa en sus vidas, sus pensamientos, sus penas. Somos dos, somos uno, somos la victoria que el derrotado nunca vio. Sin darnos explicaciones nos escapamos del mundo, nos vamos a nuestro refugio, nuestra oscuridad. En el camino hablamos poco, estamos expectantes, abstraídos en ese momento de eternidad. El pasto y la sombra son nuestros aliados, nos entregamos el uno al otro, nos entregamos a la pasión. Tu belleza es infinita, tu cuerpo mi salvación. Por un momento abres los ojos, ¡ahí!, ahí eres mía. Te tuve, te tengo, siempre te tendré. Tus brazos se entrelazan con el humo del cigarro, las estrellas me observan atentas como siempre. Bebes un trago más. Te enfadas conmigo sin un motivo razonable. Yo te miro, hermosa, e intento no discutir. Tú insistes. Digo algo que no debía decir. Me abandonas, te vas caminando hasta perderte en la oscuridad, sin darte vuelta siquiera una vez. Te he perdido. Vuelvo al mar. A lo lejos la luz de un barco se mueve lentamente. El aire infla mis pulmones. La vida sigue, tú no estás. El mar se mueve manso, reflejando un grupo de luciérnagas que cuelgan del cielo, que abrigan al mundo, pero a mí a ti ya no.

2 comentarios:

Jimmy dijo...

Hermoso el poema hermano y felicitaciones por el buen blog que tienes ;)
Saludos

Anónimo dijo...

yoruga hasta la médula esta es la auténtica forma de amar que tenemos los nuestros asi de callada asi de lenta asi de profunda vengan más de éstos