lunes, 13 de septiembre de 2010

Algo sobre la nada, el fenix, y mi alma perdida

Porque todavía recuerdo todo, hasta parece ser que los recuerdos aparecen y no por el contrario se alejan. En parte es la música, en parte esta tierra gris, también hay algo más profundo que en su rasguño crea los espasmos de mi alma, inesperados durante el día, bienvenidos con muecas de tristeza en la noche.
Al escuchar tu voz solo actúo, digo que nada importa, no es que quiera mentirte, solo actúo acorde a los hechos, nunca a los sentimientos, no espero que entiendas, recuerdo que te costaba entender las enredaderas de mi espíritu.
Recuerdo la textura de tu ropa, tu aliento en las noches, recuerdo tus manos y el color de tus dientes, los olores más tuyos, tus lágrimas más tristes, tus miedos más lóbregos, los movimientos más bellos de tus pelos enredados.
Recuerdo todo y no me sirve para nada.
También recuerdo que bailabas frente al televisor imitando a una cantante del género más comercial, que probarías cinco o seis prendas distintas para obtener de mi un halago (nunca te alcanzaban), recuerdo tu vulnerabilidad y tus ganas de vivir, tus pendientes, tus lugares, tus limitaciones. Y solo yo conocí tus mañanas mas bellas, tu confianza más ciega.
Tu cuerpo en mi habitación. Lamento todo. Recuerdo ese abrazo y las últimas palabras, el último paso tuyo que desapareció detrás de una pared para separarte de mí por siempre.
Recuerdo eso y mucho más.