domingo, 11 de julio de 2010

A pocos golpes del knock out (felicitaciones)

Ya no se si te quiero, si te odio, si te amo, te amé o que es en realidad eso. Domingo por la tarde, llueve en Montevideo, las calles están rotas, el cielo más gris que en cualquier otra parte del mundo. Íbamos a jugar al fútbol pero había mucho barro.
Luego de una de esas jornadas que no acaban, dormí mucho. Soñé con el pasado y el presente. Durante horas despierto en sobresaltos, pequeñas imágenes hermosas de un pasado que parece ahora lejano me persiguen, pienso en dormirme, pero el deseo de prenderme a ese minúsculo hilo que todavía me une, esos recuerdos, esos vacíos que se crean en mi pecho cada vez que apareces, no quieren que me duerma, tengo esta claridad inaudita, tan ausente durante meses.
Ni siquiera tengo fuerza para ir al mar. Solo pienso en tu calidez, y estoy tan lejos… siempre que lo pienso, me doy cuenta que diferente es lo que decimos y lo que realmente sentimos. En fin, todo se resume a los sentimientos, el mío es obvio. Pero ahora es tarde. Eran tan reconfortantes esos abrazos.
La lluvia parece parar. La noche empieza a caer y la humedad en las calles se pegotea a esa triste imagen que parece pintada. Ojala pudiera ir volando a tu ventana, pero mis alas parecen estar quemadas.
La lluvia vuelve a caer, hace parecer que no va a parar nunca más.

miércoles, 7 de julio de 2010

Impactos de un recuerdo

Un sueño muere y duele. El paisaje de una ciudad llena de árboles sin hojas y autos con la pintura desalineada. Es tan bello y tan triste verlo. Quisiera que lo veas, sentir que todavía comparto algo contigo, pero ya no. Ese olor único que desprendía tu cuerpo me golpea como una ola en el viento. Me quedan pocas letras, a veces no sé que hacer conmigo. Porque todo nunca cambia y si cambia soy yo el que no puede cambiar. Te extraño.
Ojala estés tan feliz como te conocí, tan hermosa como mereces ser.
Me voy a dormir, no tan solo como otras veces, pero solo al fín.

sábado, 3 de julio de 2010

Gloriosa Celeste del Alma

Luego del partido de eliminatorias contra Perú, el sueño de la celeste mundialista insinuó su muerte. Pero soy y somos uruguayos, es por eso que gritamos cada gol contra Colombia y ni que hablar el partido en Quito.

Saldré un momento contexto para contar como sufrí ese partido. En ese tiempo yo vivía en Barcelona. Los partidos los tenía que ver por Internet, en donde la conexión a servidores en horario de partidos importantes se dificultaba y mucho. El hecho: mano en el área de Uruguay en el último suspiro del partido, el juez no la cobra, “palito” Pereira la tira larga para Forlán, aparece solo Cavani por el medio, le sale al cruce el golero… la conexión a sido cortada. Rápido como pocas veces, luego de haber ingerido tales cantidades de alcohol, reconecté el servidor. Penal!!!! Vamo Uruguay!!!! Los latidos del corazón en medio de tal sufrimiento eran inconmensurables. El gran hecho: Forlán se prepara, mira fijo al golero, comienza la carrera, apoya el pie para patear, mi corazón se entumece… la conexión a sido cortada. Mi madre me llamó en ese mismo instante y me salvó del ataque cardíaco.

Llegamos al mundial, llenos de críticas de periodistas amarillistas, últimos clasificados, escuchando a periodistas mexicanos que decían que México estaba tres escalones por arriba de Uruguay y que esta selección solo era prehistoria. Pero algo tiene el uruguayo que pocos seguro deben de tener y es eso lo que engrandece nuestro más preciado símbolo de nacionalidad. El uruguayo cree con toda certeza que la hazaña, aquella que es imposible, que nunca sucederá, en la cual no hay ni un tizne minúsculo de esperanza, podrá alcanzarse solo teniendo la convicción de humildad e igualdad dentro de un terreno donde once hombres compiten contra otros once. A veces creo que este hecho roza lo religioso, lo divino. La fe de un uruguayo nace, crece, decrece o muere en una cancha.

Hoy la celeste está entre las cuatro mejores selecciones del mundo (tomá pa vos mexicano bocón, ¿a quien le ganaste?), y desde que comenzó el mundial esa fe, ese sueño nos alimenta y él se alimenta de nosotros, parece ser invencible por momentos. El partido contra ghana fue el partido perfecto, nunca imaginé disfrutar tanto una victoria como esta, más que la victoria, la gesta de la misma, impensado, inconmensurable, infartante, como para quedar en un manicomio. Si uno gana de esta forma empieza a creer que el destino, que la hazaña, o como mierda se llame esa bellísima ilusión en nuestros corazones es posible. Por eso clamo: ¡no me despierten, por favor, no lo hagan!

¡Grande Uruguay! ¡Grande Ruso! ¡Grande este pequeño país, su gente y su fútbol!

Agrego: El dueño de Barraca Europa se debe estar martillando los testículos. Salud!!!.