viernes, 27 de abril de 2012

La circunstancia de José


José vive una situación particular. Durante el día es corredor de seguros en una ciudad gigante, tiene un jefe asqueroso y una novia que lo trata muy bien. Por las noches, cuando cierra los ojos y se duerme, es un águila hembra que disfruta de cazar venados y otras aves, cuida de sus crías y de su territorio en la gélida montaña.
Cuando lo comenta con su novia, esta no le entiende. Cuando sale a cazar, no tiene interés en descifrar el enigma. Ambas vidas tienen sus pros y sus contras. Los ciclos pasan. Los instintos perduran. Se alimenta, reproduce y algún día morirá.
Pobre José, ya no sabe quién o qué es.

domingo, 22 de abril de 2012

Lío en la librería


Entré en una librería, cuando para mi sorpresa un libro gigante cayó sobre mi cabeza.  Masajeé la zona afectada mientras buscaba con la mirada al librero del local. Estaba vacío. Me puse a pasear entre el polvo de los libros, polillas alegres y letras negras que flotaban en el lugar.
Sonaron las campanitas colgantes de la puerta y un hombre alto, envuelto en ropas manchadas y con un fuerte olor a whisky entró por ella.
-¡Hey tú! ¿Tienes Lío en la Librería de Lucas Martínez?
-No soy el dueño señor.
-¿Lo tienes o no?- dijo torvo, lanzando un gran eructo.
-No.
Me miró socarronamente como si mi espíritu le causara una gracia enorme.
-Cuando veas al dueño dile que Henry Chinaski estuvo aquí y que quiere ese libro.
-Vale.
Se fue tambaleando hacia la calle.
Tras la salida de este individuo entró otro. Éste era flaco, con la mirada tranquila y profunda.
-Buenas tardes- dijo tendiéndome la mano-, soy Horacio Olivera. Encantado.
-Lucas Martínez- respondí.
-Pareciera que en librerías viejas como esta hubiera más de lo que parece, como un trasfondo escondido. ¿No crees Lucas?
Tenía un leve acento francés que se hacía notorio en las erres.
-Ahora que usted lo dice Horacio, me parece una afirmación bastante acertada.
Sonrió.
-Por cierto, estoy buscando un libro llamado Lío en la Librería de un tal Martínez.
-No lo conozco, pero búsquelo usted mismo, tal vez lo encuentre.
Recorrió la librería, cauto, curioso. Mientras tanto, yo me distraje con las letras que zigzagueaban en el ambiente.
Volvieron a sonar las campanitas de la puerta. Entró un joven de cara triste, muy abrigado, que tímidamente caminó hacia mí.
-Disculpe. Estoy buscando un libro de Lucas Martínez, trata sobre una librería pero no recuerdo el título.
-¿Lío en la Librería?
-Ese mismo. ¿Lo tiene?
Sus ojos transmitían una melancolía terrible. Sentí pena por él. Busqué a Horacio entre las estanterías pero había desaparecido.
-No, no lo tengo.
-Ah, qué lástima.
-Podemos buscar algún otro libro que te agrade.
-No, gracias. No es necesario.
Me dio la mano y emprendió la retirada, pero antes de salir se dio la vuelta y preguntó:
- ¿A dónde van los patos cuando el río se congela?
Se esfumó de la escena antes de escuchar mi estúpida respuesta. 
El olor a claustro abandonado era cada vez más fuerte. La brisa húmeda de la lluvia se filtraba desde la calle hasta posarse sobre todos los entes del lugar. Las letras giraban con el tic tac de un viejo reloj que observaba solitario desde un rincón.
-Con permiso- saludó una voz grave.
-Adelante.
El hombre avanzó entré lo libros, estudiando todas las facciones de la zona en que habitábamos. Miraba al vacío, sereno y reflexivo.
-Hace unos días llamé e hice una reserva- indicó al rato.
-Déjeme adivinar. Lío en la Librería.
-Exacto, a nombre de Alexei Ivanóvich.
-Lamento decirle que el dueño de la librería no se encuentra.
-¿Tú no lo eres?
-No, yo solo estoy de paso.
-Como todos…
Su ropa tenía olor a café. Me observó atentamente reptando por las más profundas lobregueces de mi ser. Me sentí desnudo, transparente.  
-Los complejos entramados que componen las personalidades de los hombres no son tan complejos como piensas, solo debes ver más allá de sus deseos y obsesiones- observó distrayéndose luego con las agujas del reloj- ¿Sabe usted dónde puede haber un casino por aquí?
-No, no soy de este barrio.
-He descubierto una receta que puede ganarle a la ruleta.
-Pues me alegro por usted.
-Cuídese joven, que tenga buenas tardes.
Ya me estaba aburriendo esto de atender a extraños lectores y  su eterno desfile de extravagancias y acertijos con moldes de escultor.  Comenzaba a sentir la necesidad de respirar el mar o algún cabello enredado de mujer.
 Me dispuse a salir de la librería cuando un hombre vestido con sombrero y sobretodo negro se interpuso en la entrada.
-Hola- dijo.
-Hola.
-¿Te gusta la ajedrez campeón?
-Me gusta pero no soy ningún virtuoso.
-Eso no importa, lo que importa es la estrategia.
-Ya me estaba yendo señor…
-Marlowe. Philip Marlowe. Tal vez puedas ayudarme.
-No lo tengo. Lío en la Librería no lo tenemos.
-Oh.
Sus ojos vidriosos me miraban sosegados. Le hice un ademán para indicarle que deseaba irme.
-¿Podría hacerte unas preguntas?- indagó solemne.
-La verdad señor Marlowe que no. Pero no se preocupe, en esta historia no hay grandes intrigas ni asesinatos. Solo las fantasías de un joven escritor. Y si lo que necesita es una mujer, estoy seguro que usted podrá arreglárselas.
Le palmeé el hombro  y me fui.
El ruido de las calles me golpeó como un garrote celestial. Llovía. Olía a cemento y barro. Entré en un bar y crucé mis ojos con los de una hermosa dama. Ella sonrió. Yo sonreí. Sentí la mágica necesidad de perderme en una fábula, saqué mi viejo cuaderno de apuntes, y así, sirviéndome de la fantasía, comencé a escribir.
Entré en una librería, cuando para mi sorpresa…

viernes, 20 de abril de 2012

El Cambio


 TERMINÉ QUINTO...



Aquella mañana fría, en la que estuvimos reunidos durante horas, cada cual tenía su propia idea con la cual forjar la República.
 La discusión avanzó entre conjuras y excentricidades, que luego, cabizbajas, de mala gana, se fueron escondiendo, lentamente, al mencionar la sangre de los caídos. Nada era más poderoso que ese argumento, nada.
Poco a poco, las diferencias fueron desapareciendo en palabras que abogaban por la libertad. Ese era el fin, la libertad de los hombres. Y  bajo ese lema creamos La República. Con solo nombrar la palabra, nuestros corazones se sentían llenos, satisfechos. Todos seríamos iguales y tendríamos los mismos derechos, nacidos bajo un mismo reglamento de igualdad. Creímos, esa fría mañana de Enero, que un mundo mejor estaba naciendo.
Pasaron los meses y los años.
Convocamos a una nueva reunión. Muchos no se presentaron. Los temas que nos preocupaban eran los mismos que veinte años atrás: desigualdad e injusticia. Analizamos con desazón nuestro fracaso. Habíamos logrado cambiar la forma de las cosas, pero no la esencia.

viernes, 6 de abril de 2012

Concurso

A los pocos lectores que tiene este blog, vengo a pedirles una mano. Me he presentado a un concurso de microrrelatos, y el ganador se nombra bajo votación del público. Es un certamen medio politico, medio choto la verdad... jeje
Mi relato de llama EL CAMBIO
Desde ya muchas gracias.

http://www.esquerraunidaelx.es/2012/04/06/i-certamen-de-microrrelatos-por-la-republica/