jueves, 27 de noviembre de 2008

Volver

Ya falta poco para mi regreso.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Tus ojos, tu risa, tú...

Me siento muerto cuando veo que no ríes,
Y causo en ti algo que no tendría que existir.
La llama siempre esta viva en el viento
Que llega ardiente a caer en tus ojos de vidrio.
Tengo que irme sin querer irme del todo,
Mis ojos no miran a ninguna otra parte
Que no sea este camino que sembramos juntos
A la espera de un sueño, un sueño blanco.
Para ti son mis letras que flotan en las olas,
Mágico mareo que la vida creó en tu tierra.
En mi tierra esta mi verde y mis acentos,
Mis nostalgias, amigos, algunos rencores.
Faltará la más dichosa de mis extrañas cosas,
La insuperable parte del alma ajena
Que lleva tu cuerpo, tu risa, tu ingenio.
Una a una de las cosas que tu amor ha traído.

¿Cómo puedes pensar que no eres bella?
Amor mío,
Tú eres mi belleza,
La más preciada luz de mi ser sombrío

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pequeño ensayo de un sueño y la inspiración

La página está en blanco. La noche no se llena, el vaso está tupido, las luces se encienden y se apagan. No llega la musa, está viajando por islas de sirenas, por lunas de otros astros. La máquina no se mueve, los dedos no se mueven. La habitación se hunde en opacos transes de amenidad. El aire es denso, carente de tacto. La música se escucha lejana; su canto trova algo relacionado al mar, los héroes, los faros, amores quebrados, golpes certeros, mugre escondida en el pasar del tiempo. La página sigue en blanco, los dedos se aburren con la espera. Los cuadros, las imperfecciones de la pared, los muebles, los microorganismos y el polvo observan impacientes, observan mi mente centrada en algo que no llega. No llega. No llega. El mar se aleja, la noche es absorbida por el sol.
Estoy solo en frente a una hoja en blanco. No puedo hacer lo que sé hacer.
Desespero.
Escapo.
La busco.
Me muero.
-¡No te encuentro! ¿Dónde estás?
-Tranquilo. Aquí estoy. ¿Qué te pasa?
-Estaba soñando, creo.
-¿Estás bien?
-Si. Tengo que seguir buscando.
-¿Qué?
-No importa. Estoy delirando.
-Ah.
Silencio en la cama. Respiración.
La página está llena. La noche se llena, el vaso está vacío, las luces se apagan y se encienden. Llega la musa, viene en barcos de oro y plata, entre sueños humanos. La máquina se mueve, los dedos se mueven. Opacos transes de amenidad colman la habitación. El aire es fresco, lleno de sensaciones. La música se siente cerca; su melodía narra un todo de fuego, antihéroes, naufragios, amores nacientes, caricias efímeras, pulcritud desenvuelta en la ruptura del tiempo. La página se mueve como el mar, los dedos nadan en las olas. Los cuadros, las imperfecciones de la pared, los muebles, los microorganismos y el polvo participan tranquilos, participan en mi mente en la creación de algo que está por arribar. Arriba. Arriba. El mar arriba, la noche atiborra de serenidad el soleado atardecer.
Estoy solo en frente a una hoja en movimiento. Hago lo que mejor sé hacer.
Sereno.
Descargo.
La encuentro.
Me llena de vida.