viernes, 20 de abril de 2012

El Cambio


 TERMINÉ QUINTO...



Aquella mañana fría, en la que estuvimos reunidos durante horas, cada cual tenía su propia idea con la cual forjar la República.
 La discusión avanzó entre conjuras y excentricidades, que luego, cabizbajas, de mala gana, se fueron escondiendo, lentamente, al mencionar la sangre de los caídos. Nada era más poderoso que ese argumento, nada.
Poco a poco, las diferencias fueron desapareciendo en palabras que abogaban por la libertad. Ese era el fin, la libertad de los hombres. Y  bajo ese lema creamos La República. Con solo nombrar la palabra, nuestros corazones se sentían llenos, satisfechos. Todos seríamos iguales y tendríamos los mismos derechos, nacidos bajo un mismo reglamento de igualdad. Creímos, esa fría mañana de Enero, que un mundo mejor estaba naciendo.
Pasaron los meses y los años.
Convocamos a una nueva reunión. Muchos no se presentaron. Los temas que nos preocupaban eran los mismos que veinte años atrás: desigualdad e injusticia. Analizamos con desazón nuestro fracaso. Habíamos logrado cambiar la forma de las cosas, pero no la esencia.

No hay comentarios: