sábado, 3 de julio de 2010

Gloriosa Celeste del Alma

Luego del partido de eliminatorias contra Perú, el sueño de la celeste mundialista insinuó su muerte. Pero soy y somos uruguayos, es por eso que gritamos cada gol contra Colombia y ni que hablar el partido en Quito.

Saldré un momento contexto para contar como sufrí ese partido. En ese tiempo yo vivía en Barcelona. Los partidos los tenía que ver por Internet, en donde la conexión a servidores en horario de partidos importantes se dificultaba y mucho. El hecho: mano en el área de Uruguay en el último suspiro del partido, el juez no la cobra, “palito” Pereira la tira larga para Forlán, aparece solo Cavani por el medio, le sale al cruce el golero… la conexión a sido cortada. Rápido como pocas veces, luego de haber ingerido tales cantidades de alcohol, reconecté el servidor. Penal!!!! Vamo Uruguay!!!! Los latidos del corazón en medio de tal sufrimiento eran inconmensurables. El gran hecho: Forlán se prepara, mira fijo al golero, comienza la carrera, apoya el pie para patear, mi corazón se entumece… la conexión a sido cortada. Mi madre me llamó en ese mismo instante y me salvó del ataque cardíaco.

Llegamos al mundial, llenos de críticas de periodistas amarillistas, últimos clasificados, escuchando a periodistas mexicanos que decían que México estaba tres escalones por arriba de Uruguay y que esta selección solo era prehistoria. Pero algo tiene el uruguayo que pocos seguro deben de tener y es eso lo que engrandece nuestro más preciado símbolo de nacionalidad. El uruguayo cree con toda certeza que la hazaña, aquella que es imposible, que nunca sucederá, en la cual no hay ni un tizne minúsculo de esperanza, podrá alcanzarse solo teniendo la convicción de humildad e igualdad dentro de un terreno donde once hombres compiten contra otros once. A veces creo que este hecho roza lo religioso, lo divino. La fe de un uruguayo nace, crece, decrece o muere en una cancha.

Hoy la celeste está entre las cuatro mejores selecciones del mundo (tomá pa vos mexicano bocón, ¿a quien le ganaste?), y desde que comenzó el mundial esa fe, ese sueño nos alimenta y él se alimenta de nosotros, parece ser invencible por momentos. El partido contra ghana fue el partido perfecto, nunca imaginé disfrutar tanto una victoria como esta, más que la victoria, la gesta de la misma, impensado, inconmensurable, infartante, como para quedar en un manicomio. Si uno gana de esta forma empieza a creer que el destino, que la hazaña, o como mierda se llame esa bellísima ilusión en nuestros corazones es posible. Por eso clamo: ¡no me despierten, por favor, no lo hagan!

¡Grande Uruguay! ¡Grande Ruso! ¡Grande este pequeño país, su gente y su fútbol!

Agrego: El dueño de Barraca Europa se debe estar martillando los testículos. Salud!!!.

2 comentarios:

Alcohólico con nombre dijo...

Sin duda que se estará martillando las pelotas... pero bue, en efecto, lo que dice es cierto, nunca vi un partido como éste, la verdad... en cuanto al destino, me parece que el nuestro está plagado de utopías, de cosas grandes que no pudieron ser, y, claro está, de hazañas que parecían imposibles... será que somos el país del pepe artigas (que poco tenía que ver con Uruguay, pero si mucho de utópico), del país donde los indios eran incontrolables (apenas bajó Solís dek barquito los fajaron a todos... y en un acto de cobardía inusitado, Rivera los extermina... y luego nuestro imaginario colectivo los resucita invocando la garra charrúa), del mundial del 50... que más decir. Estamos condenados a sufrir así, a soñar cosas impensadas y a de tanto en tanto lograrlas... a ver si la próxima podemos brindar por una final del mundo. abrazo grande


PD: Me salió todo el nacionalismo barato que podrán sacar de mi...

monyquiya dijo...

me gusta lo que dijiste. es bien cierto todo eso. y da para reflexionar no? y sin ser patriota ni nacionalista que para eso no me da jaja.