martes, 9 de septiembre de 2008

Ascensor

Queda poco para irnos. La sala desborda de voces y sonidos, el agobio es como una ranciedad disfrazada de colores primaros. Trabajar tanto es aburrido, denso. Por suerte tenemos descansos.
Su mirada dice que ahí me va a esperar. La jefa se hace la distraída pero su intuición no falla. Los disimulos no sirven. El olfato sigue ese camino que su cuerpo ha dejado en el aire. Mar, orquídeas, porcelana. Parece uno de esos sueños que un día se vivirán.
Fuera de la sala está todo más tranquilo. Sus ojos color miel brillan invitando a cantar. Sus dedos, bordados con uvas y aceite, piden que llegue el ascensor. Dos personas salen conversando en un idioma que no hablamos. Las puertas cierran. Se queda parada, mirando a la izquierda mientras sus ojos se pierden en la picardía. Avanzo.
El mundo ya no es el mundo. La seda, la seda… Otra vez el mar rodeado de orquídeas y muñecas de porcelana. Secreto que no debe ser descubierto, misterio que compartimos como niños en el jardín. El fuego, la seda se quema, el fuego. Alas. Hola y chau. Eres como el escape a la extinción.
Planta baja.
Movimientos rápidos, disimulo. Las personas nos miran.
-Hola.
-¿Qué tal?
No, no estamos drogados. En las calles el humo del cigarro dibuja serpentinas grises, los coches viajan a gran velocidad. Si, el trabajo apesta, los novios no deben participar, si, eres hermosa. Todos hablan mucho. El sol espera cubierto detrás de las nubes. El cigarro termina y tenemos que subir.
Las puertas del ascensor se abren. Salgamos del mundo, vos y yo, una vez más. Pero esta vez, intentemos no regresar nunca jamás.

1 comentario:

rokobatatero dijo...

mujer nueva paja? jejeje, o es viejo el pensamiento?
como andas loco?
por acá yo ando medio perdido con el tiempo por el estudio, sin mujer fija de momento y pensando en que mierda escribir la próxima vez para armar otro cuento.
del sapo no se mucho, ya te contará él y el rata anda como siempre, pajeado y bajoneado, pero sigue siendo un rata.
un abrazo paja.