viernes, 4 de mayo de 2012

Campeón de oficinas


Cero a Cero. Faltan tres minutos para que finalice el encuentro.  El silencio expectante del estadio es abrumador. La selección contraria avanza en bloque, sus casacas blancas están por doquier. El balón se mueve rápido, esquivándonos. El talentoso y pelirrojo número diez chuta el balón y lo estrella en el larguero.  El corazón me languidece, la multitud exclama sin aire. Peleo por el balón, trabo mi pierna con la del contrario y gano la posesión. Comienza el contragolpe. Ahora el extremo derecho corre por la banda regateando rivales. Avanzo esperanzado. Llego al área contraria y grito a mi compañero. Este me centra el balón. El defensa adversario tropieza. Realizo un chute poco ortodoxo que rebota en la cadera del portero. El balón avanza lentamente hacia la meta. Gol. El estadio se viene abajo. Mis compañeros lloran. Yo lloro. La vida por fin tiene sentido. Algarabía, abrazos, satisfacción. Caminamos en fila hacia la premiación.  Papeles picados y serpentinas nos rodean. Mis compañeros cantan. Miro el escudo de mi selección pegado al corazón: chorrea sudor. La copa del mundo me mira impaciente. Camino hacia ella. Siento mi nombre en los altavoces. El público corea mi nombre.
-¡Lucas Martínez!- grita mi jefa.
Despierto sobresaltado.
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Gol? ¿Cuando?
-¡No me lo puedo creer!- exclama ella salivándome.
El Call center bulle de voces y teclas de ordenador.
-Perdón Carmen- me excuso bajando la mirada.
-Si no realizas esas tres ventas antes de que pleguemos… ¡a la calle!
-Si señora.
Faltan tres horas para que pleguemos y en eso estoy…

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