Cayó
una gota triste en un estanque vacio.
Recorrió
los suelos entre hongos y el polvo añejo,
Y
se fue secando, apagando con las luces frívolas
De
cuando todos desaparecen. Nada se transforma. Nada existe.
Desvístete
estrella que se esconde en una quimera.
Vuela
y ven a mí, pacientemente estaré esperando,
Eterno
el sueño de esta mente mil veces perdida
Que
errante avanza entre los caminos del olvido
Vacio
omnipresente que sofoca cada nido,
Son
tuyas las balas de esa antigua perfidia
Que
perdura en lo más hondo del lacerado espíritu,
Un
ente lóbrego, el genio amputado y mal herido.
Entonces
digo: ¡Que suenen! ¡Que sigan sonando!
Jamás
atravesarán las redes invisibles,
Tensas,
incansables, les estarán acechando
Mejor
seria volar y ver caer la gota de paz infinita.
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